Algunos dirán que te miro como idiota. Otros, que te miro enajenada. Tal vez digan que mi mirada empieza donde termina la tuya. O pueden decir, incluso, que tu beldad enceguece a estas pupilas. Pero, ¿sabe el extraño de lo que manda en mis vísceras? Dime, susurra las palabras mientras beso tu mejilla. Hazme saber que me perteneces en tu inmensa libertad. Mi mirada, esa de la que pueden hablar, solo existe por este impetuoso amor hacia ti.
Por eso todo tiene su equilibrio, el Universo hace sus propias balanzas que me tienen aquí condenada...a publicar mis "poemas" sin alma que toman la mía con suspiros de falsa alegría.