Era una voz sin dueño y yo quería no escucharla. Ella seguía pronunciando vocablos tan seguros, tan llenos, tan desgraciadamente verdaderos. Su aliento emergía como castigo a mi deseo de ignorar lo que en realidad pasaba. No ha habido una voz más cruel y quizá sea indefinible ante tanto lodo mental. Quiero ignorarla, quiero desaparecer, quiero que se calle, pero también quiero descubrir su opinión que tanto me provoca, rompe y deja a no poder respirar. Si cierras fuerte tus ojos, no verás al dolor. Si respiras para vivir, no olerás la verdadera libertad. Si oyes a los demás, no podrás escuchar a tu alma gritar. Si huyes de aclaraciones como ésta, no tendrás a donde ir en paz. No es que el desespero sea de agrado para mi repertorio de sensaciones favoritas, pero vaya que me tornó intolerante ese desgaste de palabras.
Por eso todo tiene su equilibrio, el Universo hace sus propias balanzas que me tienen aquí condenada...a publicar mis "poemas" sin alma que toman la mía con suspiros de falsa alegría.