Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de junio, 2010

Para el cólera

Me has condenado a cambio de una satisfacción que no percibo; me has engañado, lo supe desde el principio; has prometido algo que aún espero me cumplas; has hecho de mí un alma en pena y exijo que me devuelvas lo que no te pertenece. Si me oyes estrecha cólera, te hablo a ti que tanto me odias; no me importa si me matas o te vengas, hicimos un trato, yo he cumplido. ¿Y tú? La noche no espera y así, como hermosa es, pide a cambio que la comprenda; amo a esa luna llena que se pinta tierna mientras dentro es letal y agriamente sincera. Quieren que cante como el viento, yo no quiero aprender sus apasionados versos, pues es incomprensible la manera de ser de ese viejo: sabio, arrogante, delicioso, frescamente doloroso, además de parlanchín. Todavía están encendidas esas luces que me fastidian. ¿Qué significa tomar un martirio con placer? Vaya concepto tan irritante. ¿Es así la otra manera de llamar al masoquismo? El resentimiento me pudo. Por otro lado, está esa cosa e

Culpable

Me deleito al viento escuchar, tu nombre pronunciar mientras el muy travieso me propone el mismo juego una vez más, para llevarlo a cabo en el crepúsculo porque el condenado sabe que es ahí cuando tu aroma me confunde más, impregnando mi imaginación y llegando a lo más hondo mientras comenzamos de nuevo a jugar. El vaivén de mis suspiros es lamentablemente nítido, su ráfaga nota mi cansado nerviosismo consumiendo lentamente mis manos, dejándolas bañadas en el sudor exhausto que locamente más intriga satisfacción me hace despojar cuando este viento me permite imaginar el atrevido movimiento de tus labios al hablar; lo siente mi corazón, lo proyecta mi mente, por eso en este entretenido juego otra vez voy perdiendo. Junto a mi ventana estoy esperando que siga su turno y resople de alegría, viento corrupto que en mis manos se escabulle, robándome el secreto del silencio, quitándome despacio la respiración para seguir ganando, huyendo a frías risotadas por predecir mi debi

El peso

La luna creciente susurra tu nombre, la noche me trae el recuerdo de tu voz, aquel frío viento siempre me recuerda que sin razón me has dicho adiós. Ni cuenta me di de que te querías ir, cuando lo hiciste yo también partí, mi decisión fue borrarte de mí y olvidar que alguna vez sentí tanto por ti, sacando fuerzas sin tenerlas pasando días y noches enteras sin soñarte junto a mí. Hoy todo me pesa, tu sonrisa, tu piel fría; tus ojos, el delirio de los míos; tus pensamientos, motivo de mis dudas; tus manos, el deseo de las mías; tus silencios, que acababan mi razonamiento; tu boca, mi frustrado sueño. De esta experiencia corta quedé sabiendo más una cosa que mil otras, no importa cuánto tiempo pase ni que selle mi mente al tratar de recordarte porque simplemente te extrañaré, pues eras tú quien, irónicamente, me hacía querer sonreír de nuevo mil veces.