Abríase como garganta ahogada y sus cánticos emanaban del alma plácida que, sin lacerante incertidumbre de desasosiego, flotaba ya en ensueño lejano. Viendo pasar su coraje delante empuñó palabras y verdades mientras que sus expresiones invadían a los ojos oscuros que tenía en frente. Díjole te quiero, abrupta y atrevidamente. Sostuvieron sus miradas y siguieron contemplando las realidades cruzadas de ambas.
Por eso todo tiene su equilibrio, el Universo hace sus propias balanzas que me tienen aquí condenada...a publicar mis "poemas" sin alma que toman la mía con suspiros de falsa alegría.