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Mostrando entradas de 2011

Juguetes de la vida

Te das cuenta que el mundo no está, ni estará nunca, rendido al sentido de humanidad; y piensas en un nuevo amanecer que nunca llega; sientes que en tu interior algo se desgarra tan fácil como si fuera un pedacito del más delicado satín; corres a refugiarte debajo de ilusiones idiotas y prefieres perder tu tiempo imaginándote un alrededor pintado de rosa. Somos viles juguetes de la vida. Ser desgraciado o afortunado, es una de las posibilidades infinitas ajenas a tu propio poder de decisión. Esta existencia comienza a asentarse en mi espalda, trato de respirar mirando hacia el vacío y recuerdo que en medio de cada oscuridad siempre hay una luz esperando a ser vista. Tal vez hoy me parezca algo incierto, pero siento la necesidad de ver lo que no puedo. Las horas que nos pasamos ensimismados parecen ser incalculables, es querer alcanzar una estrella en medio de la luz del día. ¡Estamos como la utopía! Aparentemente irrealizable y siempre aplazable, con un relleno que te apetece pero que

Para nuestro final

Perdóname si te ignoro. Perdóname si sientes que no te escucho. Perdóname si ves que estoy en otro mundo. Perdóname si no te dejo entrar en mí completamente. Perdóname si no me sientes a tu lado. Perdóname si he demorado en mostrarme. Perdóname si no te veo a los ojos. Perdóname si hablo lo que no quieres oír. Perdóname si mis descuidos han hecho perder ese, tu brillo. Perdóname si al despedirnos no demuestro mi dolor. Perdóname si me alejo sin decir que "te quiero". Perdóname si al alejarme no te dije que no quería hacerlo. Perdóname si al alejarme no te diste cuenta que me calcinaba por dentro. Cuando esto pase entre tú y yo, sabrás que llegaste a lo más profundo de mi corazón, que no aguanto quererte de una manera loca, que es mejor olvidar este rostro que podría destruirte el alma o atravesar tu pecho por el miedo que tiene dentro.

Del bosque una tortura como profecía

¡Pero es que para el viento aquél roble no era testigo! Sus órdenes estaban siendo desacatadas, su autoridad parecía perderse en la nada. ¿Era esa la decisión de su entorno? Pues que mala decisión. Entre el fuego que se posaba sobre unas cuantas ramas caídas y el olor a decepción que emanaba de los allí presentes, todo parecía encubrir la verdad de aquella mañana tan fría. Había un triste concierto protagonizado por las hojas que flotaban confiadas del viento. Voces irreconocibles pronunciaban el deseo de fusión de miles de entendimientos. Pudo haberse dicho, inclusive, que la saturación de carne seca de la naturaleza era más prepotente que la razón en su apogeo. Era hora de la tormenta sostenida por crueles ambiciones de llegar a tierra. Melodías sin origen hacían presencia, visiones de personificación bajo agua aclamaban por un rayo de luna, y el niño durmiente, bello niño sin sueño, yacía aparentemente inerte en su cuna de madera lijada. La ceremonia del Tiempo se perdió entre