Las nefastas llamas que cubrían su cuerpo fueron desplazándose ágiles entre la maleza que cubría el césped, no hubo opción diferente a la de ver cómo se apoderaba el fuego salvaje de cada árbol de la reserva. Quienes estaban cerca tuvieron la oportunidad de contemplar el incendio forestal que se abría paso entre el antes campamento, ahora cenizas de ropas y personas. La crueldad con que consumió cada hoja llegó a ser admirable en un tono de arte. No hubo sobrevivientes además de dos almas ancladas al sufrimiento terrenal, por ellas me enteré del asunto. La luz de la luna contrastaba con la hambrienta luz de las llamas desesperadas, ni siquiera hubo gritos; pareció como si la energía del cuerpo incendiado hubiera sido más protagonista que el mismo ardor asesino. Contaron las almas que fue como un soplo sin vida pero con algo más que fuerza, el tiempo fue diminuto y eterno cuando ese día quedó marcado como un látigo de desamor en el pecho. La tristeza no pudo aparecer, el pésame no se di
Por eso todo tiene su equilibrio, el Universo hace sus propias balanzas que me tienen aquí condenada...a publicar mis "poemas" sin alma que toman la mía con suspiros de falsa alegría.