En esta inmensa soledad, abarrotada de bullicio y gentío, me pierdo sin saber quién soy y sabiéndonos lejos cual escape.
En esta parca obscuridad me sabe la boca a tu mirada mientras nos veo reír en el evaporado sueño que desgarra mis palmas a él tan aferradas.
Este raciocinio no se halla ni se reconoce por tanto dolor en el pecho, la debilidad me recorre de piernas hacia arriba y voy visualizando lo felices que en el ayer fuimos.
Encuentro mi cuerpo mojado en recuerdos esperando tu llegada, esa que parece más lejana y seca que la sed de mi corazón.
Suplico que el perdón me llegue de los cielos, suplico en vano y en alta voz.
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