Aunque el tiempo parezca amo de cada palabra y crea poder manifestarse a su antojo, debo admitir que esta vez me jugó una mala pasada. Entre letras sin destino y labios unidos, la verdad de lo que se siente flota como perfume en los soplos de los alientos. Hoy, en honor a tus besos, cuatro pensamientos y un solo deseo: temor, límite, terceros, cansancio y la duración de lo que perdura un hielo en mi garganta.
Una enorme lluvia de emociones se apodera del interior en el que respiro. La causa lleva nombre, lleva rostro, lleva un amparo especial. Brota mi exaltación como látigo en castigo. No tengo tiempo, lo sé; se me ha escapado tal personaje pero siento que no puedo respirar como antes. Ver sus ojos y sentir un impulso. Sentirle cerca y escuchar su respiración. Poder rozar su mejilla con cariño. Nada podría sentirse mejor que eso, hasta que llega la vena punzante del titubeo y el temor. Aconsejo a mi boca que no esboce sonrisa alguna; pido a mi mente que deje los recuerdos esparcidos por mi habitación; enciendo el latido de un corazón que se desespera; observo un vaho incoherente a través de mi ventana; sostengo en temblor papel y lápiz; la luz no ayuda, el sentimiento apremia, la razón me invade y el calor comienza a entrar en mí. Tuve un instante que pude haberlo hecho durar pero, en vez de ello, lo hice desvanecerse de la culpa. Me pesan los pensamientos y tengo podrido el sen
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