Aunque el tiempo parezca amo de cada palabra y crea poder manifestarse a su antojo, debo admitir que esta vez me jugó una mala pasada. Entre letras sin destino y labios unidos, la verdad de lo que se siente flota como perfume en los soplos de los alientos. Hoy, en honor a tus besos, cuatro pensamientos y un solo deseo: temor, límite, terceros, cansancio y la duración de lo que perdura un hielo en mi garganta.
Así se despertaba cada mañana, pensando en cómo pudo haber sido su vida si se hubiera atrevido a hablarle a aquella mujer de cabellos lisos y perfumados con el olor del tráfico y la madrugada; aquella mujer de semblante fresco que veía andando desairada con su bufanda verde. Él se sentaba en la cafetería del frente para verla salir del edificio en el que cada tanto revisaba la electricidad de tan desordenados inquilinos. Hacía 4 meses que la había notado mientras él intentaba buscar el problema de las lámparas de la recepción, ella subió las escaleras dejando su rastro de agotamiento cual día exhausto. Fue por costumbre que giró su cabeza casi desapercibido cuando, inevitablemente, un desgarre en su pecho le quitó de lleno el aliento. Sin certeza de poder verla se levanta temprano, lava sus oscuros cabellos y viste su mejor traje desgastado de trabajador eléctrico; cuida muy bien de haberse afeitado, pulcramente calza sus botas mostaza, se baña en colonia y como siempre, ella nota so...
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